LOYOLITA
  REVOLUCION DE MAYO
 


LA REVOLUCION DE MAYO

 

 

Por Samanta Inzerilli, Patricia Luboz y Melina Montenegro /  La Revolución de Mayo inició el proceso de surgimiento del Estado Argentino sin proclamación de la independencia formal, ya que la Primera Junta no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias, pero aun gobernaba nominalmente en nombre del Rey de España Fernando VII, quien había sido depuesto por las Abdicaciones de Bayona y su lugar ocupado por el francés José Bonaparte. Aun así, los historiadores consideran a dicha manifestación de lealtad (conocida como la máscara de Fernando VII) una maniobra política que ocultaba las autenticas intenciones independentistas de los revolucionarios. La Declaración de la Independencia de la Argentina tuvo lugar durante el Congreso de Tucumán el 9 de Julio de 1816.

 

Los acontecimientos de la Revolución de Mayo se contaron en una semana conocida como La Semana de Mayo, transcurrida entre el 18 de Mayo, cuando se confirmo de manera oficial la caída de la Junta de Sevilla, hasta el 25 de Mayo, fecha de asunción de la Primera Junta. 

 

Causas de la revolución

 

A partir de 1776, la modesta ciudad de Buenos Aires, lucía el titulo  de capital del Virreinato del Río de la Plata. Los distintos virreyes que se sucedieron en el gobierno, intentaron embellecerla, utilizando para ello las riquezas obtenidas a través del comercio.

 

La colonia rioplatense era, sin embargo, la pariente pobre de los grandes centros comerciales de América: México  y Perú.

 

Hacia 1810 se estaba gestando en la capital virreinal de Buenos Aires un proceso revolucionario que culminaría en el mes de Mayo con la caída del régimen colonial español.

 

La revolución no fue un hecho aislado ni ocurrió porque si. Por el contrario, en Mayo de 1810 culmino un largo proceso en el cual podemos reconocer muchas causas. Algunas venían desde los primeros tiempos de la colonia.

 

Una de las principales causas­ –comunes a todas las colonias americanas -, era la marcada diferenciación social existente entre los españoles peninsulares y los españoles americanos (los criollos). No existía casi peninsular que no se creyera superior por haber nacido en España y que no estuviese verdaderamente convencido de que era verdad el dicho “la raza blanca degenera en América”. Este planteo mortificaba visiblemente a los criollos (los “hijos de la tierra”). El enfrentamiento y diferenciación social a que los criollos apodaran de diversas formas a los peninsulares: godos, maturrangos, chapetones.


 Piramide social de la colonia



La rivalidad entre ambos sectores se acentuaba cuando se trataba del desempeño de los cargos políticos.

 

Por su nacimiento, los criollos no podían ocupar altos cargos públicos, aunque tuvieran la misma preparación y la misma posición social de los nacidos en Europa. Los puestos de jerarquías militares, eclesiásticas y civiles estaban en manos de españoles peninsulares. Esto se observo fundamentalmente en los centros coloniales como México y Lima, donde Vivian españoles con títulos de nobleza y gran prestigio social. Esta cuestión era menor en Buenos Aires, donde las menores riquezas emparejaban mas la escala social. Son muy escasos los ejemplos de virreyes, capitanes generales u obispos nacidos en América.

 


 


El monopolio comercial y el contrabando

 

De acuerdo con los principios económicos vigentes en el siglo XVI, la corona española estructuro su política para lograr un férreo desarrollo comercial. Para ello, organizo un sistema de comunicación y de control que hiciera posible este monopolio. Una rigurosa legislación (que luego, con el tiempo, se hizo más elástica) establecía restricciones al tráfico comercial entre España y América. De este modo solo se podía realizar por los puertos de Cádiz y Sevilla, en España; y por los Portobelo (actual Panamá), Cartagena (Colombia), Veracruz (México) y la Habana (Cuba) en América.

 

Esta disposición estaba destinada a garantizar el monopolio (cuando menos fueran la cantidad de puertos a controlar, más sencilla seria esta tarea). Para que el tráfico así dispuesto fuera más seguro, se organizaban anualmente 2 viajes a España, con una flota de muchos barcos mercantes y de guerra, que teóricamente evitaban el ataque de los piratas. En estos 2 viajes anuales se enviaban mercaderías al continente americano y se recibían, en España, las mercaderías que consumía el nuevo mundo.

 

Según la ley, todos los productos americanos que se enviaban a España, debían remitirse a alguno de esos puertos autorizados, utilizándose un complejo sistema de transporte terrestre. Lo mismo ocurría con las manufacturas traídas de la península. Por todo ello las mercaderías llegaban, por ejemplo, a Buenos Aires, muy alejada de los lugares autorizados, demasiado tarde y a un alto costo (debido al gran valor de los transportes utilizados).

 

 

Circuito del Monopolio comercial antes de los Borbones y sus reformas


A comienzos del siglo XVIII, el puerto de Portobelo se dejo de utilizar (a él llegaban casi todos los productos de América del Sur). Por ello se utilizo la ruta del Cabo de Hornos para poder llegar a Lima. De esta manera comenzó a surgir un gran comercio en Buenos Aires (paso inevitable de reaprovisionamiento para llegar al Cabo de Hornos). Sin embargo este comercio era ilegal, pues no estaban los barcos autorizados a desembarcar en el puerto de reaprovisionamiento. Pero, este paso de navíos permitió el desarrollo de un comercio ilegal de contrabando. Los barcos desembarcaban mercaderías en Buenos Aires a cambio de oro y plata; que llegaban a esta ciudad, por tierra, desde el Alto Perú (actual Bolivia).

 

De esta forma, a través del comercio ilegal, florece y se desarrolla la ciudad. Además, se realizaba otro activo contrabando con pequeños navíos que llegaban desde y hacia la costa brasileña (colonia portuguesa). En la ciudad de Buenos Aires, los principales beneficiados por este comercio de contrabando fueron los mismos españoles vinculados con el monopolio comercial, pues eran lo que mayores recursos económicos poseían (los productos de contrabando se pagaban por lo general con oro y plata); pero también se permito el desarrollo de otro grupo de comerciantes que obtenían sus riquezas de la explotación ganadera. Hacia fines del siglo XVIII y comienzo del XIX, ya no solo se realizaba el contrabando con los navíos españoles autorizados a reaprovisionarse en Buenos Aires, y con las pequeñas barcazas que circulaban hacia Brasil, sino también con grandes barcos extranjeros que llegaban al puerto con diversas excusas (supuestas averías, traslado de enfermos, transporte de esclavos, autorizados a entrar por Buenos Aires a partir de 1713). Un viajero de fines del siglo XVIII llegó a ver en el puerto de Buenos Aires barcos ingleses, franceses, norteamericanos, genoveses, suecos, y holandeses…

 

Las cuestiones económicas

 

En el campo de los intereses económicos, los criollos también sufrían grandes perjuicios ¿Por qué? Porque la metrópoli defendía con tenacidad, desde su establecimiento en América, el monopolio comercial. Este sistema fue impuesto a las colonias desde un principio: los americanos no podían vender ni comprar directamente sus productos a otras naciones o a otras colonias. La intermediaria obligatoria era España y los comerciantes beneficiados por tal sistema comercial eran los peninsulares.

 

En el caso del Río de la Plata, los ricos estancieros y comerciantes porteños veían como un puñado de “Chapetones” se enriquecía con los bienes que aquellos producían. Por ello buscaron en el comercio de contrabando con ingleses, holandeses y otras naciones, la forma de eludir el monopolio. Sin embargo, esta puerta de escape tampoco les dejaba el provecho suficiente, pues los principales beneficiados eran los contrabandistas extranjeros.

 

Cuando el rey Carlos III permitió a fines del siglo XVIII, el tráfico directo de productos entre los distintos virreinatos y entre estos y la metrópoli, la situación mejoro. Pero, no se calmó el descontento entre los comerciantes criollos, pues este nuevo comercio autorizado continuó en mano de los peninsulares.

 

 

Galeones españoles de guerra

 

Nuevas ideas

 

Durante el siglo XVIII se desarrollaron en Europa nuevas ideas tanto en los planos  económicos como en el social y el político. Estas ideas sostenían que la sociedad humana marcha constantemente hacia el progreso; que el hombre alcanza su felicidad y bienestar si se lo educa, si se le enseña los beneficios de la agricultura, si se difunden los beneficios útiles de la ciencia que se estaba desarrollando. También se afirmaban el derecho a la propiedad, a comerciar libremente y rechazaban los derechos basados en los privilegios o en una autoridad injusta.

 

Estas nuevas ideas atentaban contra la estructura de régimen colonial y, muy pronto, los criollos comenzaron a sustentarlas. Pero ¿Cómo conocían los americanos estas teorías económicas, poéticas y sociales si la corona española dificultaba su difusión? Los libros llegaban de varias maneras. Llegaban a través del contrabando y ciertos sectores criollos intelectuales los leían en Ingles, Francés, sus lenguas originales; o en traducciones hechas por otros americanos.

 

Un lugar importante en la difusión de las ideas comentadas tuvieron los viajeros. Por una parte, los americanos viajaban a Europa a estudiar. Por otra muchos comerciantes ingleses, franceses y en algunos casos españoles, difundieron también los nuevos textos a lo largo de sus viajes por el nuevo mundo.

 

De esta manera, los criollos llegaron a conocer las ideas liberales, propulsadas por pensadores como Voltaire, Montesquieu, Adam Smith, Rousseau o Quesnay.

 

Las nuevas ideas liberales, sumadas al conocimiento del estado de las colonias, impulsaron a los criollos a luchar por reformas en todo el territorio americano. De ahí a la revolución había pocos pasos.

 

 

Dos hechos importantes

 

Dos sucesos internacionales alentaron el proceso revolucionario: la independencia de las colonias inglesas de América del Norte en 1776 y la Revolución Francesa de 1789.

 

El primero de estos sucesos, la revolución norteamericana, les demostró a los criollos como otras colonias habían sido capaces de separarse de su metrópoli y establecerse en forma independiente.

 

Por su parte, los revolucionarios franceses se habían enfrentado al despotismo de su Rey, la desigualdad social y los privilegios económicos. Ó sea habían luchado en favor de los derechos de libertad, prosperidad, seguridad, resistencia a la opresión, igualdad y fraternidad. Las nuevas ideas liberales podían llevarse a la práctica.

 

 Napoleon Bonaparte



La invasión napoleónica y el derrumbe del estado español

 

Apartar del triunfo de la revolución francesa Europa se hallaba convulsionada: varios fueron los intentos de las monarquías absolutistas y de la industrializada Inglaterra por detener el avance revolucionario francés, cuyas ideas de libertad, igualdad y fraternidad, se expandían por las capas medias de la sociedad europea. Este estado de guerra se agravo cuando, al fines del siglo XVIII, llego al poder en Francia Napoleón Bonaparte. Este comenzó un gran proceso expansionista sobre sus estados vecinos. Al inicio del gobierno de Napoleón, España era aliada de los franceses en contra del poder de los ingleses, austriacos, rusos y prusianos. Pero en 1808, una sucesión de hechos iba a desencadenar la perdida de la libertad de los españoles.

 

Napoleón y los franceses desconfiaban grandemente de su aliado: la débil monarquía española. A su vez el rey español Carlos IV había dejado la responsabilidad de gobernar en manos de su ministro Manuel Godoy y de la reina, quienes eran repudiados por la mayoría del pueblo español por las injusticias que se cometían. Para enfrentarse a la reina y Godoy, el pueblo español apoyó la figura de su hijo Fernando. Luego de un motín protagonizado por el pueblo de Aranjuez, se obligo a renunciar a Godoy y a que Carlos IV abdicara al trono para que lo asumiera su hijo con el nombre de Fernando VII. Esta circunstancia fue aprovechada por Napoleón (quien ya tenía tropas en la península con la excusa de invadir a Portugal, aliado de Inglaterra), para destituir a ambos monarcas españoles e instaurar en el trono a su hermano José Bonaparte. El procedimiento de la instalación de José en el trono fue conocido con el nombre de “Farsa de Bayona” (en esa ciudad francesa, Napoleón obligo a abdicar a Carlos IV).

 


Carlos IV



Fernando VII

El pueblo español se sublevo y no acato la nueva autoridad. Al contrario, redoblo sus esfuerzos para liberarse de las tropas extranjeras. En esta lucha por su independencia nacional tuvieron un aliado en Inglaterra (hasta poco antes enemiga de España).

 

Como el pueblo español necesitaba una autoridad representativa mientras combatía iba formando Juntas de gobiernos en las diversas regiones. Tan pronto pudo, se constituyo una Junta Central de gobierno con sede en Sevilla (en el sur del país), que teocráticamente gobernaba los territorios españoles no ocupado por los franceses y las colonias americanas en nombre del ex rey Fernando VII

 

Repercusión en el Río de la Plata

 

 Desde la destitución del Virrey de Sobremonte en el gobierno del virreinato del Río de la Plata, había asumido provisoriamente este cargo don Santiago de Liniers, militar de origen Francés al servicio por muchos años de la marina española y héroe de la lucha contra los ingleses en la aventura de estos en Buenos Aires.

 

El ejercicio de tan alto cargo por un Francés despertó los temores de los españoles, la llegada a Buenos Aires de un emisario de Napoleón, el marqués de Sassenay, con el fin de que la colonia reconociera la autoridad de José Bonaparte como rey de España (la misión fracaso), fue aprovechada por los enemigos de Liniers para insistir ante la Junta Central de Sevilla en el peligro que suponía que un Francés mandara en el Plata mientras la metrópoli estaba invadida por las tropas de Francia.

 

 



Santiago de Liniers
 

El primero en actuar fue el gobernador de Montevideo (que también dependía del virrey), Francisco Javier de Elio. Se separo de la autoridad virreinal y formo una Junta de Gobierno de Montevideo a semejanza de las que habían surgido en la península.

 

Una actitud similar pretendió llevar adelante Martín de Alzaga, alcalde del Cabildo de Buenos Aires y héroe de la defensa de la ciudad durante la invasión inglesa de 1807. El movimiento que aquel encabezo el 1º de enero de 1809 fracaso porque las milicias criollas defendieron la autoridad de Liniers.

 

Entonces en los primeros meses de 1809, la Junta Central de Sevilla decidió nombrar como virrey efectivo del Río de la Plata a un destacado marino español, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Hábil político de gran trayectoria, el nuevo virrey recibió el mandato entregado por Liniers (pese a que ciertos sectores pretendieron oponerse) tuvo que actuar con mucho tacto pues sabía que los jefes milicianos habían estado viendo la posibilidad de rechazarlo. Pese a que accedió a las exigencias de una mayor libertad de comercio, los días de Cisneros estarían contados al frente del virreinato: existía un movimiento patriota que pretendía romper con el lazo colonial y solo esperaba un pretexto para lograrlo.

 

 

La conspiración patriota

 

La imposición de José Bonaparte como rey de España e Indias (6 de Junio de 1808), se produjo en medio de la sangrienta represión de los españoles, quienes para gobernarse instalaron juntas locales. Tal Junta Central fue disuelta en enero de 1810.

 

El derrumbe del estado español posibilitó que se reavivaran las esperanzas de los patriotas, que conspiraran desde tiempo atrás en el Río de la Plata. Los proyectos de emancipación rioplatense contemplaban diversas posibilidades, como la de inhalar una monarquía constitucional ofreciendo la corona a la infanta Carlota Joaquina, hermana de Fernando de España y esposa de Juan VI de Portugal residente en Río de Janeiro desde que su reino fue invadido por los franceses al grupo que apoyaba este proyecto se lo denomino como “Carlotista”.

 

 

La importancia de las invasiones inglesas

 

Juan Ignacio Gorriti, en su autobiografía  política, expresa: “La Revolución de América no fue un suceso repentino que debía sorprender a un sujeto medianamente pensador”.

 

“El sistema inquisitorial de la política de gabinete observada en las colonias; las trabas que sugería a la industria y a la cultura; el monopolio tan escandaloso del comercio peninsular y la postergación tan general y descarada que en toda la extensión de la monarquía sufrían los americanos, eran causas de que se quejaban en voz muy alta, se murmuraba y se manifestaba síntomas de violencia que preparaban una explosión”.

 

“La defensa que logro Buenos Aires en 1807 contra el formidable ejército británico que la invadió, fue un rayo de luz que advirtió a toda la América cuanto puede un pueblo resuelto a perecer antes que sufrir un yugo extranjero”.

 

 

 

 

 Virreinato del Rio de la Plata

 

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

AA.VV: Historia Argentina: La argentina criolla. Volumen 1- La revolución de mayo.  Editorial Clasa

AA.VV: Clarín-“Genios del cole” Nº 10-“Los caminos de la revolución”. Editorial Clarín.

AA.VV: Genios (Suplemento extra) 25 de Mayo de 1810: “El camino de la libertad”. Editorial Clarín.

AA.VV: Clarín- Genios (especial): “25 de Mayo”. año 4 Nº 167.

 

 

 

 



 
 
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